Dentro de las complicaciones que se pueden producir en la cirugía de mama, hay que destacar las propias de la anestesia y las debidas a la intervención quirúrgica. Nos centraremos en las segundas que son las que nos interesan. En este tipo de cirugía las complicaciones suelen ser escasas y se centran básicamente en las propias de la herida.
Hemorragia.
No obstante, una complicación importante e inmediata que puede surgir es la hemorragia. Generalmente la mama es un tejido que sangra con facilidad y aunque durante la intervención se hace una hemostasia cuidadosa, muchas veces, después empieza a sangrar espontáneamente el lecho quirúrgico con un sangrado en sábana que puede llegar a producir un hematoma en la zona del pectoral, del lecho en donde estaba el tumor extirpado o en la axila. El primer síntoma que siente la paciente es una sensación de tirantez y sobre todo dolor. Se puede comprobar así mismo este sangrado por el llenado rápido de los drenajes, cuando no se obstruyen por la acción de un coágulo que es relativamente frecuente. Otro dato es la continua disminución del hematocrito, lo que nos indica que existe un sangrado activo. Cuando se produce una contingencia de esta índole, la solución es reintervenir a la paciente, buscar el lecho sangrante y volver a realizar hemostasia cuidadosa hasta comprobar que ha dejado de sangrar. Se coloca de nuevo un drenaje en la zona y se procura realizar un vendaje compresivo para que favorezca la hemostasia. Se comprueba que ha dejado de sangrar, porque los síntomas desaparecen en la paciente, se controla el hematocrito del análisis y además podemos observar que el drenaje no está tan lleno como anteriormente. Si no se interviene con prontitud, se puede correr el riesgo de producir una importante anemia en la paciente que requiera incluso transfusiones de sangre. Por eso es muy importante hacer el diagnóstico adecuadamente y con prontitud, ya que esto redundará en beneficio de la enferma.
Infección.
Es una complicación rara en este tipo de cirugía y generalmente se centra en la infección de la herida, o bien porque se han mantenido durante mucho tiempo los drenajes, o porque se ha producido un seroma o simplemente porque se ha contaminado la herida durante la cirugía o por la aplicación de cuidados inadecuados o la ausencia de los mismos. La herida suele estar en una zona relativamente séptica como es la axila lo que puede facilitar este tipo de complicación de ahí que la higiene de la misma sea muy importante. Cualquier herida, salvo que esté contraindicado por el médico, se puede lavar desde las primeras horas, lo que facilita su higiene. Es muy importante que después quede lo suficientemente seca para evitar que la humedad macere la herida y como consecuencia de ello se infecte. Así pues la enfermera debe dar las primeras indicaciones a la enferma sobre la manera en que debe asearse para evitar complicaciones. Animar a la enferma a que no tenga reparo ni miedo en lavar su herida durante la ducha, con cuidado eso sí, frotando suavemente con una esponja y jabón o gel neutro de baño. Después dejar que el agua aclare profusamente el jabón y después proceder a un secado delicado pero completo de la herida. De esta forma se evitarán problemas mayores. Esto debe hacerse al menos una vez al día y si la paciente sudara mucho o fuera en períodos de mucho calor se puede hacer esta operación un par de veces al día. En principio no hace falta aplicar ningún tipo de crema, salvo que el médico lo indique. Hay que evitar eso sí, los desodorantes sobre todo con contenido alcohólico por las molestias que pueda producir. Simplemente con un buen lavado en principio puede ser suficiente.
Si a pesar de todos los cuidados, se produce la infección entonces procederemos a su tratamiento y solución. Lo primero es administrar a la paciente una cobertura antibiótica con el fármaco adecuado, de amplio espectro o previo cultivo de las secreciones de la herida tras antibiograma. Cuando la herida está infectada, no se va a cerrar espontáneamente por lo que habrá que proceder a la apertura de la zona que esté afectada dejando que se cierre por segunda intención, limpiando bien toda la herida cada vez que se realicen las curas. Una mezcla de agua oxigenada con povidona yodada al 50% suele ir muy bien y se consigue una pronta recuperación de la paciente. Estas curas se deberán realizar diariamente. Cuando la apertura de la herida no ha sido muy grande, entonces se puede aplicar después de los lavados con el preparado antiséptico una tira de gasa a modo de drenaje, impregnada con una crema grasa con antibiótico. Una vez que los síntomas agudos de la infección hayan cedido (dolor, fiebre etc) la paciente puede irse de alta y seguir realizando las curas de limpieza en su casa o en su centro de salud.
Linforragia.
Es una de las complicaciones relativamente frecuentes, pues al haber quitado las cadenas linfáticas de drenaje del brazo, la linfa se acumula en el hueco axilar o produce un edema en el brazo. Cuando esto ocurre, es importante que el líquido retenido se infecte, por lo que habrá que proceder a la extracción del mismo. Esta extracción se puede hacer de muchas maneras. Nosotros generalmente, pinchamos la zona con un “abbocat”, ligeramente grueso y una vez que hemos extraído el líquido, dejamos la funda de plástico a modo de drenaje, sujetándola con un esparadrapo. De esta forma evitamos el tener que pinchar cada dos o tres días y permitimos que el líquido salga constantemente. Es conveniente si se mantiene durante mucho tiempo, dar una cobertura antibiótica de profilaxis.
Para evitar el edema en el brazo, los fisioterapeutas se encargarán de los ejercicios de drenaje linfático, para evitar esta contingencia. Pero esto, forma parte de otro curso.
Estas son las complicaciones más habituales que se producen en la cirugía del cáncer de mama, la mayoría de ellas, solucionables en el domicilio de la paciente, o de forma ambulatoria.""
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