La glándula tiroidea está constituida por dos lóbulos unidos por un istmo y pesa en el hombre aproximadamente 20 a 25 g. Está situada en la región anterior del cuello, por delante de la tráquea. Embriológicamente se originaj1e una evaginación del techo de la faringe en la base de la lengua. Desciende de aquí a su posición definitiva, dejando en su trayecto el conducto tirogloso que posteriormente se atrofia.
Histológicamente está formada por folículos que contienen en su interior un material amorfo, coloidal, constituido por una proteína, la tiroglobulina. Esta juega un papel importante en la síntesis y almacenamiento de las hormonas tiroideas. Entre los folículos se encuentran agrupaciones celulares, llamadas parafoliculares, responsables de la secreción de la tirocalcetonina,.
La tiroides, como todas las glándulas endocrinas, dispone de una abundante irrigación sanguínea. Las arterias tiroideas se ramifican formando redes capilares que rodean los folículos y facilitan el paso de las hormonas a la sangre.
La glándula produce dos hormonas: la triyodotironina (T3) y la tetrayodotironina (T,4) o tiroxina. Ambas juegan un papel importante en la regulación del metabolismo oxidativo, manteniéndolo dentro de límites adecuados para la actividad normal del organismo. Estas hormonas, conjuntamente con la somatotrofina, tienen una participación importante en el control del crecimiento y maduración de los tejidos.
El lóbulo anterior de la hipófisis secreta la hormona tireoestimulante o TSH, que estimula el crecimiento de los folículos y la síntesis y secreción hormonal. La secreción de TSH es estimulada por un factor liberador proveniente del hipotálamo.
La secreción de estas hormonas depende del sistema junta de otras hormonas. La ocitocina provoca hipotálamo-hipofisiario, cuya actividad se encuentra, a su vez, regulada a través de un sistema de retroalimentación negativa (ver más adelante). Tanto la extirpación de la hipófisis como la lesión del hipotálamo, producen la atrofia de la glándula tiroidea.
En condiciones fisiológicas la disminución del nivel sanguíneo de T3 y T4 estimula la secreción del factor liberador en el hipotálamo y la entrega de TSH en la hipófisis. Esta última, al activar la glándula tiroidea, aumenta el nivel circulante de T3 y T4. La elevación de T3 y T4, en la sangre, tiene un efecto opuesto. Este sistema de retroalimentación negativa permite mantener constante los niveles sanguíneos de las hormonas tiroideas.
Además del mecanismo de retroalimentación negativa, recién mencionado, la secreción de factor liberador y de TSH, está influida por la corteza cerebral y por estímulos periféricos (especialmente por la temperatura ambiental). Es así como las emociones, el frío, etc., aumentan la secreción del 'factor liberador y de TSH. El organismo puede adaptarse en esta forma a situaciones de emergencia que requieren mayor aporte energético. La figura 96 esquematiza los mecanismos de regulación de la función tiroidea.
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