miércoles, 27 de abril de 2011

DIGESTIÓN

Como se ha explicado reiteradamente, el organismo animal es un sistema abierto y, como tal, capaz de intercambiar materiales con el ambiente. Desde este punto de vista, los animales son heterétropos, o sea, que para cubrir sus requerimientos energéticos necesitan ingerir diferentes tipos de alimentos y metabolizarlos por procesos de oxidación. Estos alimentos están constituidos básicamente por hidratos de carbono, proteínas y grasas. En el reino animal la energía es producida por la degradación lenta y progresiva de los alimentos, formados por compuestos complejos, a moléculas simples que pueden ser absorbidas en el tubo digestivo. Este proceso consume una cantidad reducida de energía. También es relativamente pequeña la energía que se necesita para el avance de los alimentos por el tubo digestivo (peristaltismo), como asimismo su absorción. Hay que tener en mente, sin embargo, que, como se ha señalado anteriormente, el organismo humano no es una simple máquina térmica, ya que es incapaz de convertir calor en trabajo. Es preciso recordar, además, que, como se verán más adelante (ver Metabolismo), si bien se produce calor por la combustión de los alimentos, Este no es una energía perdida. El organismo necesita este calor para mantener la constancia de su temperatura.
Los productos de la digestión de los alimentos ingeridos son absorbidos, o sea, pasan desde el lumen del aparato digestivo (especialmente a nivel del intestino delgado) hacia la sangre. Llegan con esta a los capilares a cuyo nivel pasan al líquido intersticial y luego al interior de las células. En la célula son en su mayor parte degradados a compuestos más simples. En otras palabras, son catabolizados y liberan energía. Una parte de ellos es utilizada para la síntesis de compuestos más complejos indispensables para mantener la integridad funcional del organismo. Estos procesos de sí­ntesis consumen energía y constituyen la fase anabólica del metabolismo. Los procesos de ana y catabolismo están tan estrechamente interrelacionados que una separación neta es imposible.
Se puede considerar el tubo digestivo como un sistema intercalado entre el medio externo y nuestro medio interno. Este sistema es indispensable para convertir los alimentos ingeridos (que son sustancias extrañas a nuestro organismo), en energí­a y componentes propios del organismo. Cabe señalar que si bien la alimentación artificial permite que sustancias simples lleguen directamente a nuestro medio interno, no carece de peligros. En efecto, las sustancias introducidas directamente a la circulación pueden, por falta del trabajo reorganizador del hígado, producir anticuerpos o bien ocluir los capilares debido a su gran tamaño molecular. El aparato digestivo, además de transformar los alimentos ingeridos en elementos atóxicos y de tamaño molecular apropiado para su absorción, regula la velocidad de transformación a una intensidad y ritmo sincronizados con los requerimientos del momento. La cantidad y calidad de los alimentos por ingerir no están regulados por el tubo digestivo, sino por mecanismos nerviosos que se analizarán más adelante.
El tubo digestivo es en realidad un canal, un tubo músculo-membranoso, que se extiende desde la cavidad bucal hasta el ano. La masticación tritura los alimentos y los mezcla con la saliva, preparándolos para la deglución. La musculatura de la boca, de la lengua, de la parte superior del esófago y del esfínter externo del ano, es estriada. La de las partes restantes del tubo digestivo es musculatura lisa, independiente de nuestra voluntad. La mucosa del tubo digestivo varí­a su estructura de acuerdo con su ubicación y función y está rodeada por una capa muscular lisa. Esta musculatura está formada por fibras helicoidales de circunvoluciones cortas o largas. Las primeras aparecen como circulares y las últimas como longitudinales.
De acuerdo con las propiedades generales de la musculatura lisa, el tubo digestivo realiza movimientos cí­clicos, independientes de nuestra voluntad. Tiene además cierto tono, es decir, se encuentra en un grado de contracción permanente, que disminuye con la llegada del alimento. Por lo tanto, la entrada de alimento no aumenta forzosamente la presión en el lumen del tubo gastro-intestinal, permitiéndole así almacenar cantidades elevadas de materiales. Esta propiedad de la musculatura permite además al tubo digestivo cumplir una de sus funciones más importantes, a saber, digerir (en forma secuencial y progresiva) e incorporar luego al medio interno, los alimentos ingeridos. En los unicelulares, que carecen de aparato digestivo, los alimentos penetran directamente a la célula desde el medio ambiente, lo que les obliga a nutrirse sólo con sustancias simples y de incorporación fácil. Los animales más evolucionados ingieren, como ya hemos explicado, alimentos compuestos que, antes de formar parte integral del cuerpo, deben ser degradados y transformados. Este proceso se realiza en el tubo digestivo. En la digestión participan varios mecanismos que actúan simultáneamente, pero que, por fines didácticos, serán tratados en forma separada. Estos mecanismos son, en orden secuencial, los siguientes:
1. Ingestión y movilización de los alimentos(motilidad del tubo digestivo).
2. Degradación de los alimentos ingeridos, por la acción de enzimos producidos tanto por células de la mucosa como de glándulas ubicadas tanto dentro como fuera del tubo digestivo (fase de secreción).
3. Absorción, que consiste en la transferencia de los productos de la digestión desde el lumen a la sangre y linfa (fase absorptiva).
4. Excreción de las sustancias inservibles para el organismo, que pasan desde la sangre al lumen intestinal.
Es obvio que la digestión es otro de los mecanismos esenciales para mantener la constancia de nuestro medio interno, constancia cuya importancia hemos destacado repetidamente.
Nuestro medio interno empieza en la capa celular que tapiza el tubo digestivo, es decir, en la mucosa intestinal. La función del tubo digestivo termina con la absorción de los alimentos transformados, o sea, con su paso del medio externo al interno. Los hidratos de carbono ingeridos son degradados (por hidrólisis) a monosacaridos, las protei­nas a aminoacidos y las grasas a ácidos grasos. Las vitaminas y sales no son digeridas, dado que por su tamaño molecular relativamente pequeño pueden ser absorbidas sin ser hidrolizadas. La absorción se efectúa, por supuesto, sin alteración del medio interno, gracias a las propiedades específicas del tubo digestivo y a los diversos mecanismos homeostáticos del organismo. La gran superficie de la mucosa asegura una absorción adecuada. Cabe señalar que durante la absorción el epitelio de la mucosa gastrointestinal se desgasta y para poder seguir cumpliendo su función, se regenera continuamente. En efecto, estas células epiteliales de la mucosa, se renuevan totalmente cada 48-72 horas.
Los alimentos ingeridos progresan a lo largo del tubo digestivo y durante su recorrido se ponen en contacto con los enzimos y jugos digestivos que producen su degradación.

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Lcda. en Enfermería. Msc.Gerencia de Salud Pública. Diplomatura en: Docencia, Metodología e Investigación, Nefrología y Salud Ocupacional. Actualmente Bacherlor y Master en Ciencias Gerenciales.