Circulación coronaria
La intensa actividad rítmica del corazón requiere el aporte continuo de energía en forma de materiales combustibles y del O2 que permite metabolizarlos. Estos elementos llegan al miocardio por las arterias coronarias. La irrigación del corazón es considerablemente más intensa que la de otros músculos. En general, cada fibra del miocardio está en contacto directo con una red capilar. Esta disposición se puede encontrar también en algunos músculos estriados. Pero hay que tomar en cuenta que el grosor de una fibra muscular del miocardio es sólo la décima parte del de una fibra muscular estriada, de manera que el aporte de sangre por unidad de peso del miocardio es aproximadamente 10 veces mayor. Esto explica que el miocardio, aunque constituye sólo el 0,5% a de la masa muscular total de organismo, recibe el 5% del volumen sistólico, asegurándose así un aporte suficiente de O2 y de materiales energéticos. .
La cuantía de la irrigación cardiaca y su ajuste a diferentes exigencias de trabajo durante el ejercicio muscular, por ejemplo, dependen de diversos factores: a) de la fuerza de contracción cardiaca, que establece una diferencia de presiones entre el lugar de nacimiento de las arterias coronarias en la aorta y la aurícula derecha donde se vacían las venas coronarias. Un aumento de la presión intraaórtica, que hace mayor la diferencia de presión entre aorta y aurícula derecha, intensifica forzosamente la fuerza que impulsa la sangre por las arterias coronarias. Se incrementa así proporcionalmente el flujo coronario, tanto más cuanto que el aumento de la presión intraaórtica produce, por vía refleja, una dilatación de las arterias y arteriolas coronarias; b) de los cambios de la presión miocárdica intramural durante la contracción y relajación ventricular. Durante el sístole ventricular la musculatura cardíaca ejerce presión sobre los capilares y pequeñas venas coronarias que corren entre sus fibras, exprimiendo la sangre hacia la aurícula. Al mismo tiempo, esta misma . presión intramural comprime las pequeñas arterias y arteriolas, situadas en el espesor de la musculatura ventricular. Aumenta, por consiguiente, la resistencia y disminuye y hasta Suprime el flujo de sangre. Durante el diástole, por el contrario, los pequeños vasos arteriales y venosos se distienden al bajar prácticamente a cero la presión intramural ventricular. Aumenta, consecuentemente, el flujo sanguíneo, dado que la presión aórtica se mantiene a un nivel relativamente alto hasta el final del diástole (70 mm de Hg). La irrigación del miocardio se realiza, por lo tanto, preferentemente durante el diástole; c) de la composición de la sangre que fluye a través de los vasos coronarios. La disminución de pO2 (hipoxia) de la sangre, produce vasodilatación y aumento del flujo que puede llegar a valores hasta 5 veces superiores a lo normal. Por su parte, el aumento del pCO2 y de la concentración de productos del metabolismo cardíaco, tiene un poderoso efecto vasodilatador-coronario; d) del sistema nervioso, a través de impulsos vasodilatadores transmitidos por los nervios simpáticos e impulsos constrictores de los nervios vagos; e) del sistema endocrino, mediante la acción vasodilatadora de la adrenalina secretada por la médula suprarrenal.
Cabe señalar que tanto el efecto de los nervios, como asimismo el de las hormonas y de los fármacos en general, sobre el tono de los vasos coronarios, es muy difícil de determinar, dado que todos estos efectos se acompañan de modificaciones del trabajo del corazón y de su metabolismo, que de por si alteran el tono vascular.
En resumen, los factores que regulan la circulación coronaria son: la gradiente de presión entre aorta y aurícula derecha, la p02 y la pC02 de la sangre coronaria, los cambios rítmicos de la presión intramural y la concentración de metabolitos. A éstos se agrega la acción del sistema nervioso y de algunas hormonas. La regulación del flujo es el resultado de la acción coordinada de todos estos factores.
El flujo sanguíneo coronario puede aumentar hasta un 400% por la acción de los mecanismos recién analizados. Si los requerimientos del miocardio sobrepasan este límite, el corazón recurre a otros mecanismos, como, por ejemplo, la utilización de metabolitos en condiciones anaeróbicas.
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