El líquido cefalorraquídto o cerebro-espinal (LCR), es un producto de ultrafiltración a nivel capilar y como tal forma parte del sistema linfático. Se origina en el plexo coroidto que es una evaginación vascular hada el interior de los ventrículos laterales del cerebro. Los capilares del plexo están cubiertos por una membrana epitelial, la tela coroidea, proveniente de la duramadre (Fig. 9).
El ultrafiltrado pasa por el foramen o agujero de Monro al tercer ventrículo y de éste por el acueducto de Silvio, al cuarto ventrículo. Su paso al espacio subaracnoideo desde los ventrículos se hace por los agujeros de Magendie y de Luschka, respectivamente. Se reabsorba por las vellosidades de los senos venosos de la duramadre. En caso de obstrucción del acueducto de Silvio, el ultrafiltrado se acumula en los ventrículos laterales, produciéndose hidrocefalia.
El proceso de reabsorción se efectúa gracias a la diferencia de presiones que existe entre los espacios subaracnoideos y los capilares venosos de las vellosidades. La presión del LCR en posición horizontal y en la región lumbar, es igual a la presión existente en la cisterna magna
(12-t3 mm de agua). Esta presión es inferior a la existente en los capilares arteriales, pero superior a la que prevalece en la porción venosa del capilar. Por consiguiente, en la parte arterial del capilar se produce ultrafiltración y en la parte venosa reabsorción. El volumen ultrafiltrado en 24 horas fluctúa aproximadamente entre 500 a1ooo ml, lo que significa que se renueva varias veces en el curso del día.
El líquido cefalorraquídeo llena el canal central de la médula, los ventrículos cerebrales y los espacios subaracnoideos, tanto en el cerebro como en la médula espinal. Cubre además la superficie del sistema nervioso central, formando en algunas áreas lagunas (Fig10). Como todos los ultrafiltrados de plasma, cl líquido cefalorraquídeo es pobre en proteínas y carece de elementos figurados de la sangre. Sin embargo, es preciso destacar que el LCR no es un ultrafiltrado. Su concentración de Na+ , Mg +` y -Cl es superior a la del plasma. La de Ca+, K + y NaHCO3es inferior, hechos que sólo pueden explicarse por la participación de me- canismos de transporte activo. Apoya esta afir- mación, la ausencia de ciertos elementos plas- máticos, que son incapaces de franquear la barrera hematoencefálica. Así por ejemplo, ciertos iones plasmáticos filtran hacia el líquido cerebroespinal unas 30 veces más lentamente que al líquido intersticial en otras partes del organismo. En condiciones fisiológicas existe, pues, una barrera funcional entre el compartimiento intravascular y el LCR (barrera hematoencefálica), que desaparece en caso de inflamación o tumores cerebrales. En estos casos pasan al LCR elementos que no se encuentran normalmente en él y que permiten diagnosticar ciertos procesos patológicos.
La función principal del LCR es la protección en contra de traumatismos. Cumple esta función protectora como líquido de suspensión. En efecto, el cerebro del adulto, que pesa aproximadamente 1.500 g, pierde el 90% de su peso al estar sumergido en LCR, de acuerdo con la ley de Arquímedes. Pesa, por lo tanto, sólo alrededor de 150 g y puede ser sostenido fácilmente por los ligamentos de suspensión. Si el volumen de LCR disminuye, la sobrecarga de los ligamentos produce intenso dolor de cabeza.
La barrera hematoencefálica, a su vez, al no permitir el paso de sustancias tóxicas y de bacterias desde la sangre, protege el cerebro contra las injurias que éstos podrían causarle.
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