Se ha observado que, a pesar de atenerse a las reglas mencionadas anteriormente, ocasionalmente se producen durante la transfusión serios accidentes, especialmente en mujeres embarazadas. Las consecuencias de estos accidentes repercuten predominantemente sobre el feto, poniendo su vida en peligro. Se ha demostrado que este fenómeno se debe a que la sangre de la madre contiene anticuerpos dirigidos contra los eritrocitos del feto, cualquiera que sea su grupo sanguíneo.
Landsteiner y Wiener inyectaron sangre del mono Rhesus macacus a un cuy y encontraron que, en el curso de unos 10 días, se formaron en el suero del cuy aglutininas dirigidas contra los glóbulos rojos del mono, o sea, que los eritrocitos del macaco actuaban como antígenos y determinaban la formación de anticuerpos. Estos investigadores observaron posteriormente que el suero del cuy, así obtenido, aglutinaba también la mayoría (85%) de los eritrocitos humanos. Los individuos cuyos eritrocitos son aglutinados por el suero del cuy, se denominan Rh positivos y el ¡5% restante, cuyos eritrocitos no son aglutinados por dicho suero, se llaman Rh negativos.
Los individuos Rh positivos, al recibir sangre Rh negativa, no forman anticuerpos contra los eritrocitos recibidos, ya que éstos no contienen antígeno Rh. No así los Rh negativos, que al recibir sangre Rh positiva, forman anticuerpos (aglutininas) dirigidos contra los glóbulos rojos Rh positivos. Pero como el individuo receptor no posee glóbulos rojos Rh positivos, estas aglutininas no causarán trastorno alguno.
Es fácil comprender, sin embargo, que ,si se repite la transfusión de sangre Rh positiva a una persona Rh negativa, las aglutininas formadas a consecuencia de la primera transfusión, precipitarán los glóbulos rojos transfundidos. Consecutivamente se producen los mismos fenómenos y una sintomatología similar a la que aparece por transfusión de grupos incompatibles.
Si una mujer Rh negativa concibe un hijo de un padre Rh positivo, la sangre del hijo puede ser tanto Rh negativa como positiva. En el primer caso no habrá trastorno alguno. No así en el segundo caso, en que la sangre Rh positiva del feto, al llegar por la placenta a la sangre materna, inducirá en ésta la formación de anticuerpos dirigidos contra los eritrocitos fetales Rh positivos. En la sangre materna la concentración de estos anticuerpos se incrementará progresivamente, hasta llegar a niveles suficientes para aglutinar los glóbulos rojos del feto y se produce el cuadro denominado eritroblastosis fetal, de consecuencias, la mayoría de las veces, letales. Es por esto que, al practicar una transfusión a una mujer embarazada Rh negativa, hay que tener especial cuidado en hacerlo con sangre Rh negativa. En caso contrario, los anticuerpos antieritrocitos Rh positivos, destruirán tanto los eritrocitos transfundidos, como asimismo los del feto. Los embarazos posteriores de una mujer Rh negativa con feto de sangre Rh positiva, incrementarán la tasa de los anticuerpos dirigidos contra los eritrocitos Rh positivos, los que aumentan el riesgo para la vida del feto.
De todo lo anterior se desprende que es indispensable, antes de efectuar una transfusión de sangre, determinar tanto el grupo sanguíneo del dador y del receptor, como el factor Rh de ambas personas.
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