Las paredes del estómago vacío se mantienen adosadas y su mucosa forma numerosos pliegues.
Entre éstos hay una ínfima cantidad de líquido de reacción neutra, rico en mucina. En la región
fúndica se acumula una considerable cantidad de aire, apreciable en las radiografías.
Normalmente la forma del estómago es la de una J, distinguiéndose en él diferentes partes (Fig. 68). El polo inferior de la curvatura mayor está por debajo del píloro y en el estómago lleno se encuentra un poco por encima del ombligo. Se habla de ptosis gástrica (caída del estómago) cuando el polo llega por debajo de una línea que une ambas cristus ilíacas.
El bolo alimenticio no cae al estómago como en un saco vacío, debido a la relajación receptiva de sus paredes, cuyo tono se adapta al volumen de alimentos ingeridos. La prisión intragástrica se mantiene por lo tanto constante mientras que el llene no sobrepasa cierto límite. Debido a la plasticidad de la musculatura gástrica, la presión intragástrica se hace independiente del grado de llene. Esta plasticidad puede encontrarse también en otros órganos, como en la vejiga, recto, etc. Una vez que la distensión del estómago alcanza cierto grado, sus paredes inician contracciones rítmicas, de tipo peristáltico. En el fundus y en el cuerpo del estómago, estas contracciones no son lo suficientemente intensas como para obliterar el lumen y sirven sólo para mezclar los alimentos con el jugo gástrico. La intensidad del peristaltismo aumenta hacia el antro, alcanzando en el píloro un grado suficiente como para obliterar el lumen e impedir el vaciamiento continuo del contenido gástrico. En condiciones normales no existe en el estómago antiperistaltismo.
La inervación del estómago es tanto vagal como simpática. Las fibras preganglionares del vago hacen sinapsis con las neuronas postganglionares del plexo mientérico. La estimulación vagal intensifica el peristaltismo gástrico. El simpático tizne efecto inhibitorio.
Los alimentos, una vez en el estómago, se sedimentan en capas sucesivas. La digestión propiamente tal empieza en el estómago, ya que allí se inicia la acción amilolítica de la saliva. Por la brevísima permanencia de los alimentos en la boca, la amilasa salival no tiene suficiente tiempo para actuar. El HCl y la pepsina secretados por las glándulas gástricas, penetran lentamente a la masa de alimentos e inician su isotonización. Las contracciones de la musculatura gástrica mezclan los alimentos con el jugo gástrico. El contenido del estómago pasa al duodeno debido al aumento de la presión en la parte pilórica. El píloro está normalmente abierto y, a pesar de esto, juega el papel de esfínter. Se cierra cuando las contracciones peristálticas del estómago, que hasta él llegan, alcanzan suficiente intensidad. El vaciamiento del estómago depende, por lo tanto, de la diferencia de presiones entre el antro y el duodeno. El antro, el píloro y el duodeno forman una entidad funcional; sus contracciones sucesivas producto una escasa diferencia de presiones pero suficiente para asegurar el paso del contenido gástrico al duodeno. Una vez que una pequeña parte del contenido ha pasado al duodeno, disminuye esta diferencia y la onda peristáltica cierra rápida y eficazmente el píloro, impidiendo el reflujo de contenido hacia el estómago. La nueva onda peristáltica del antro no es capaz de vencer la resistencia y abrir el píloro. Por consiguiente, el contenido gástrico que llega con esta nueva onda al píloro, vuelve al antro (reflujo píloro-antral), produciéndose así la mezcla y trituración de los alimentos ingeridos (molino pilórico). El píloro cumple en esta forma una triple función: regula el vaciamiento del estómago, impide el reflujo del contenido duodenal hacia el estómago y, junto con cl antro, juzga un papel importante en la trituración y mezcla de los alimentos. La entrada del contenido gástrico al duodeno despierta un reflejo, llamado enterogástrico, que inhibe las contracciones del antro.
Este reflejo sería activado en parte por la distensión duodenal producida por el contenido, pero principalmente por la acción de quimioreceptores duodenales. Estos receptores, sensibles a los cambios del pH, son estimulados por el contenido ácido proveniente del estómago (la introducción en el duodeno de una solución débil de HCl, produce inhibición antral refleja).
El vaciamiento del estómago está bajo el control del vago. Experimentos realizados en animales han revelado que la estimulación vagal con frecuencia alta, si bien aumenta la secreción gástrica, no modifica el tiempo de vaciamiento.
La estimulación con frecuencia baja tiene un efecto opuesto, o sea, acelera el vaciamiento sin influir sobre la secreción. La sección bilateral de los nervios vagos disminuye inicialmente la motilidad gástrica, la cual reaparece después de un tiempo, pero con un ritmo más lento.
El contenido gástrico, al llegar al duodeno, produce un aumento de la presión intraduodenal, lo cual inhibe por vía refleja los movimientos peristálticos del estómago y causa al mismo tiempo el cierre transitorio del píloro. Con el paso del contenido duodenal hacia el yeyuno la presión intraduodenal disminuye, se abre el píloro y se reinician los movimientos peristálticos del estómago. Si por alguna razón patológica la presión intraduodenal se mantiene elevada, el contenido del bulbo duodenal refluye hacia el estómago. La función principal del duodeno es impedir este reflujo, considerándose en general que su intervención en el vaciamiento gástrico es de importancia secundaria. En los animales omnívoros el estómago se vacía en 3 a 4 horas, tiempo que puede variar por numerosos factores. La velocidad del vaciamiento está en relación lineal con el volumen del contenido gástrico y, par lo tanto, con el grado de distensión. Esto determina que el vaciamiento es inicialmente rápido, tornándose gradualmente más lento a medida que el contenido disminuye.
Entre los factores que influyen en el vaciamiento gástrico vale la pena mencionar:
1. La osmolaridad del contenido: la evacuación se hace más lenta si el contenido gástrico no esisoosmolar y, por consiguiente, se vacía rápidamente cuando es ,isoosmótico con el plasma. Existen en la mucosa gástrica osmorreceptores formados por pequeñas vesículas, cuyo tamaño varía de acuerdo con la osmolaridad del contenido. El aumento o la disminución del volumen de estos osmorreceptores, producidos por absorción (contenido hipoosmótieo) o por pérdida (contenido hiperosmótico) de agua, genera impulsos de diferente frecuencia. Estos, por vía la refleja inhiben el vago, lo que reduce la actividad motora del estómago.
2. El pH del contenido: la acidez disminuye la velocidad del vaciamiento gástrico. Como este efecto es muy rápido se piensa que se produciría por un mecanismo nervioso adrenérgico.
3. La consistencia del contenido: los líquidos se vacían con mayor rapidez que los sólidos. La presencia de alimentos sólidos en el duodeno provoca retardo del vaciamiento.
4. La composición del contenido: ciertos componentes de los alimentos aumentan y otros disminuyen la motilidad gástrica, acelerando y retardando, respectivamente, su vaciamiento.
Así, los hidratos de carbono abandonan el estómago con mayor rapidez que las proteínas y grasas. El paso de las grasas del estómago al duodeno es muy lento. La ingestión de cantidades elevadas de grasas puede inhibir totalmente la motilidad gástrica. La presencia de grasas o de sus productos de degradación en el duodeno estimula en la mucosa duodenal la secreción de una hormona llamada enterogastrona. La enterogastrona se secreta sólo si la grasa se pone en contacto con la mucosa del duodeno. El suministro endovenoso de grasa no induce, por lo tanto, su secreción. En realidad, la mucosa duodenal secreta bajo la acción de las grasas dos hormonas diferentes: a) la enterogestrona, que inhibe la motilidad gástrica siempre que la inervación vagal del estómago esté intacta; b) la urogastrona, que inhibí por vía humoral la secreción de jugo gástrico disminuyendo así la acidez del contenido del estómago.
El estómago vacío conserva cierto grado de motilidad rítmica que se intensifica hasta hacerse dolorosa (contracciones de hambre), a medida que el ayuno se prolonga. El dolor se hace menos intenso o aún desaparece al masticar sustancias, aunque éstas no sean alimenticias.
La ansiedad, la depresión, el miedo y otros estados emocionales inhiben el vaciamiento, en tanto que la placidez mental y el reposo físico lo aceleran.
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