En los últimos años, el empleo de perforaciones con adornos metálicos, “piercing”, aumentó notablemente en popularidad.
Ciertas condiciones y patologías tales como diabetes, tratamiento con corticoides o anticoagulantes, aumentan el riesgo de complicaciones.
Piercing oral
Los labios, mejillas y lengua son zonas habituales de piercing. Luego de la perforación de la lengua son frecuentes la hemorragia, hematoma y edema local. Se recomienda a estas personas que hagan lavados bucales con soluciones antisépticas.
Piercing nasal
La nariz puede ser perforada en las aletas o en el cartílago divisorio. Esto último está fuertemente desaconsejado por la elevada tasa de hemorragia que puede producir necrosis del cartílago y deformidad nasal. Estas infecciones requieren un tratamiento agresivo con antibióticos que tengan buena cobertura contra estafilococo.
Piercing periumbilical
Se trata de un sitio muy popular de piercing, también el que más demora en cicatrizar y el que tiene la mayor frecuencia de infecciones. Lo cual se debería en parte a la fricción por la ropa.
Conclusiones
El piercing no es un procedimiento inocuo y si se lleva a cabo bajo técnicas poco rigurosas de asepsia, además de producir infecciones locales, puede transmitir virosis como el virus de la hepatitis B o C, el VIH y tétanos.
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