L.Miller Clínica Tavistock
Los bebés antes del año.(De 0 a 6 meses)
El primer año de vida es un período crucial. Los bebés necesitan algo más que cubrir sus necesidades esenciales de abrigo, alimentación y limpieza. Si bien desde siempre los bebés han sido objeto de cuidados, preocupación y amor sólo en tiempos más cercanos se ha descubierto la importancia de esto para el crecimiento emocional. No pueden crecer mentalmente, en sentimientos e inteligencia si no se los estimula a pensar y no se les da el suficiente afecto.
Los bebés tienen necesidad de que se los comprenda, que los padres descifren los mensajes que envían y les den un sentido. Ellos no son tontos son inteligentes y tienen mucha voluntad, sólo les falta la información necesaria.
Los comienzos: el embarazo
El hecho de que el embarazo dure 9 meses permite no sólo la maduración biológica del niño sino la posibilidad de que sus padres puedan habituarse a la idea. Cada embarazo, parto es diferente y aún en la misma mujer y tienen un significado distinto.
En casi todos los embarazos hay una mezcla de sufrimientos y placeres. Es raro que la mujer o la pareja no experimenten toda una serie de dudas y también de alegrías. Tenemos muchas ideas preconcebidas consciente o inconscientemente sobre lo que es ser buenos y malos padres y madres, y sobre nuestra capacidad para desempeñar estas funciones.
El nacimiento
El feto oye la voz de la madre y de quienes están cerca de ella por eso cuando nace reconoce su voz y generalmente la del padre. Dentro de la madre el feto se desarrolla en los aspectos físicos, emocionales y mentales.
Dentro del vientre no conoce lo que es ser una persona separada, ni el hambre ni el frío, ni el sostén, ni la soledad, ya que estas funciones están cubiertas por el cordón y el útero respectivamente.
El nacimiento es violento y tempestuoso tanto para la madre como para el niño y no se puede esperar que ninguno se recupere demasiado pronto. Es comprensible que la madre quiera volver pronto a la normalidad siempre que no se niegue a si misma ni a su familia que ha sucedido algo importante. Madre e hijo precisan tiempo para orientarse y recobrar su equilibrio.
Las mujeres difieren mucho en la forma en que expresan haber tenido partos: hay mujeres que olvidan rápidamente los malestares que pudieron haber aparecido y otras necesitan contar varias veces la historia del parto tratando de comprender lo que pasó para poder asimilarlo.
El recién nacido necesita ponerse en contacto con la madre inmediatamente. Es importante que la crianza pueda estar a cargo de una misma persona de modo continuo, preferentemente la madre.
El vínculo se establece inmediatamente después del parto por lo cual cuanto antes se entregue el bebé a la madre y se lo coloque al pecho, mejor.
Después del parto todos quedan muy sensibles particularmente la madre. En esto hay que tener en cuenta varios aspectos: primero que la mujer tiene todas sus hormonas a punto de ebullición, a ello se suman importantes factores emocionales: tras la alegría de haber gestado una persona nueva puede producirse una importante sensación de pérdida. Lo que estaba dentro de ella ahora está afuera. Se pierde una manera de vivir para ganar otra nueva. La madre puede sentirse confusa, empequeñecida y que necesita de ayuda.
Los primeros tres meses de la vida de un niño pueden ser muy duros. El niño se encuentra en experiencias nuevas. Tiene que haber alguien que tenga al bebé en su lista de prioridades y no podrá hacerlo ella sola, necesitará compañía y apoyo que idealmente será brindado por el padre.
Los actos esenciales de la crianza.
Estos tienen consecuencias no sólo en la cotidiano sino en lo psicológico o emocional.
Sostener al bebé es la primera de las necesidades. Precisa sentirse seguro, que se lo acurruque y la proximidad del pecho. Esto le hace experimentar sus límites corporales, donde termina él y donde empieza el otro. El bebé tiende instintivamente hacia el pecho de la madre y el pezón se convierte en el foco de su existencia. El bebé necesita que se lo sostenga en brazos, en cuerpo y en mente. La madre tiene que pensar por él hasta que él pueda hacerlo por si mismo. Sabemos que los niños privados de esta experiencia tienen dificultades para encajar en el mundo y hacerse personas responsables.
El llanto es esencialmente un acto de comunicación. La madre puede ‘sintonizar’ y decodificar lo que su hijo está necesitando si ella está contenida en sus propias necesidades. Si está muy agobiada no puede responder positivamente. La influencia de la mente de los padres en la del bebé es muy importante. La comunicación entre el bebé y sus padres no es solamente verbal pero es muy intensa. Llorar también es una forma de librarse de tensiones.
Limpiar al bebé es un trabajo constante en esta etapa: pañales, babas, regurgitaciones. Pero hay también razones psicológicas muy importantes para esta tarea ya que en el bebé no hay gran distancia entre la mente y el cuerpo. Aliviar las molestias y el dolor físico es también un alivio mental. El bebé se desembaraza del malestar, cuando expresa su dolor y necesita que alguien reciba ese dolor que comprenda lo que el llanto significa.
Alimentar al bebé proporciona la experiencia básica sobre el recibir sobre las que se basarán otras formas de recibir. Con la leche el bebé toma amor y saber. Crece corporal y mentalmente. Al mamar tiene su primera experiencia de un deseo que es satisfecho. Los padres y la familia alimentan al bebé con su afecto, su admiración, su amor que crean el sentimiento de ser una persona valiosa.
Los primeros tres meses
Se observa que reconoce la voz de la madre. El sonido de la voz le da la sensación de ser sostenido por alguien conocido. La memoria ya es importante, se está formando la mente. Ya no tiene que hacer un esfuerzo para centrar la mirada o la mente, toma las cosas con las manos y el pensamiento, estira la mano intencionalmente. Es capaz de distinguir con mayor seguridad cosas que le gustan o no.
Para un bebé es importante que las buenas experiencias sean más numerosas que las malas. El bebé aprende a tolerar en tanto su experiencia es que se han resuelto los pequeños problemas que ha tenido.
Los niños pueden tener sentimientos de enojo que se manifiestan. Es importante una actitud comprensiva y respetuosa para que no sienta que estos sentimientos pueden ser demasiado peligrosos y nos pueden dañar. Por otra parte es imposible ahorrarle al bebé todo dolor y toda molestia. Aparte si nos precipitamos demasiado para ahorrar hasta la más mínima frustración y ansiedad lo privamos de la posibilidad de ejercitar por si mismo sus habilidades para superar algo de su fastidio. Debe aprender gradualmente a tolerar cosas, a ser una persona separada y contar con sus propios recursos para solucionar por si mismo sus problemas. Mantener un equilibrio entre darle todo hecho y dejarlo abandonado a sus propias fuerzas, es la mejor manera de ayudarlo a crecer en las mejores condiciones posibles.
El bebé de 6 meses al año.
El juego no es sólo un medio que tiene el bebé para adquirir experiencias nuevas, tiene que ver también con los sentimientos y las ideas, con su mundo interior los temores la imaginación y el intelecto en desarrollo.
En estos meses los bebés empiezan a hacerse la idea del espacio que hay entre ellos y otras personas o cosas. También se modifican sus hábitos: la alimentación cambia, se incorporan alimentos sólidos. Aparecen los primeros dientes lo cual puede hacer que este sea un período de ansiedad. Los dientes se transforman en herramientas y armas. El deseo de morder está ligado a sujetar con fuerza y digerir pero también relacionado con ataque y hostilidad. Puede producir muchos cambios en el ánimo y la salud psicofísica del bebé.
Desarrollo hacia la independencia
En esta etapa se dan avances espectaculares. El bebé gatea y se produjo el destete (o está en camino). Comienza a ‘alejarse’ de la madre. Aparecen juegos de ocultar-desocultar como una forma de entender que los miembros de la familia se van y vuelven, que las cosas pueden ser invisibles pero seguir existiendo. Aparece la posibilidad de simbolizar, dentro de un pensamiento concreto se abren otras perspectivas.
El bebé experimenta gran sentimiento de independencia cuando es capaz de moverse por si sólo lo cual puede movilizar sentimientos ambivalentes en la mamá: de alegría pero de cierta nostalgia por el bebé que ‘crece’. También en este momento requiere más energías de los padres ya que aumenta la necesidad de vigilarlo.
En esta etapa se produce, generalmente el destete. El bebé deberá aprender que hay cosas que se quieren y no se pueden tener. El destete le dice al bebé y a la madre: no puedes seguir siendo un bebé toda la vida aunque sigas chupando pechos o mamaderas. Nada puede detener el paso del tiempo y el proceso de crecer.
A lo largo de la vida vamos diciendo adiós a cada ciclo que queda atrás. El adiós a la primera infancia es el primero de la serie. Siempre que damos un paso adelante en nuestro crecimiento y desarrollo se produce en nosotros una mezcla de sentimientos en conflicto. En este sentido, podríamos decir que un aspecto del bebé está a favor de avanzar hacia nuevas experiencias y otro impulso, contrario, hace que se sienta nervioso por el cambio, temeroso de perder lo ya querido y conocido, temeroso de dolor que puede causar la pérdida.
Al final del primer año el niño está listo para mirar al mundo de una manera nueva. En este momento se inicia una etapa diferente con la sensación de ser una persona separada pero a la vez en estrecha relación con los miembros de la familia.
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