miércoles, 13 de abril de 2011

¿El sangrado anal debe preocuparnos?



Uno de los síntomas más alarmantes presentes en nuestra vida diaria es la aparición de sangre cuando defecamos. La aparición de sangre roja por el ano, o recubriendo las heces o mezcladas con estas, recibe el nombre genérico de “rectorragia”.

Si alguno de ustedes la sufre, en principio debe saber que se encuentra ante un problema que sufren muchas otras personas, ya que aunque las cifras varían de unos autores a otros, hasta el 20 % de la población ha presentado alguna vez este problema. Con estas cifras, la primera conclusión lógica, es que la mayoría de las veces suelen producirse por un problema de salud banal.
Una vez dicho esto y tranquilizado a la persona que se encuentra sorpresivamente con sangre al defecar, también añadir que dado que en algunos casos puede tratarse de un problema más serio, de forma genérica, todos los sangrados anales deben ser comentados con su médico de cabecera para que decida según los datos que recabe, si es necesario profundizar en el estudio, o por el contrario con los hallazgos que se hagan justifican el sangrado y no debe ampliarse el estudio.
En algunos casos los síntomas sugieren de inicio algo grave, y debe acudirse directamente a un servicio de urgencias hospitalario.

Las situaciones que nos deben hacer pensar en acudir al hospital serían:
  • Sangrado profuso e incoercible, sobre todo si se acompaña de palidez, sudoración fría o mareos.
  • Sangrado de menor cantidad, pero que es de carácter continuo, y no está relacionado con las defecaciones.
  • Aparición de sangrado importante, asociado a intenso dolor abdominal, fiebre elevada o malestar general importante.
Afortunadamente, estos casos son excepcionales y habitualmente el paciente presenta un sangrado escaso y en relación a la defecación, lo que permite realizar la evaluación por vía ambulatoria y de una manera reglada.
Con diferencia, las causas más frecuentes de sangrado anal son las hemorroides y las fístulas.
También puede deberse a cuadros más relevantes, como los pólipos, los divertículos, el cáncer colorrectal y las enfermedades inflamatorias intestinales.

Normalmente, su médico le realizará una exploración general, que incluirá la inspección del area perianal para detectar estas lesiones, y un tacto rectal, buscando masas o hemorroides dentro del canal anal. Las hemorroides pueden ser externas, y se ven a simple vista. Cuando sangran suelen manifestarse cubriendo algo las heces, o simplemente manchando el papel higiénico al limpiarnos.

Si son no suelen verse, pero si palparse al hacer un tacto rectal. Si en esta exploración se ve una hemorroide o una fístula con datos de haber sangrado, o bien lo está haceindo en ese momento, y el tacto rectal es negativo, no suele ser necesario realizar más pruebas, excepto que por la historia realizada al paciente haya datos que nos hagan pensar en descartar un cáncer colorrectal (que también pueden coincidir con unas hemorroides).
Estos datos serían que el paciente cuente dolor abdominal los meses previos, que tenga un cambio en su ritmo intestinal (pase a ser estreñido o con diarrea, o lo más sugestivo, esté alternando el estreñimiento y la diarrea), o haya antecedentes de pólipos o cáncer colorectal en la familia a edades tempranas.
En las fístulas, es típico que causen dolor justo al defecar, y la sangre siempre va sobre las heces, nunca mezcladas con ellas. Normalmente, el paciente cuenta picor anal previo, y a la exploración visual se diagnostican fácilmente.

Se debe buscar un cáncer cuando el paciente es mayor de 50 años, en su familia ha existido historia de pólipos o cáncer colorectal a edades tempranas (menores de 60 años), hay cambio en el ritmo de las deposiciones, y la sangre está mezclada con las heces.

En caso de tener que realizar más pruebas, se estudiará el recorrido del colon mediante la realización de una rectoscopia o una colonoscopia completa, habitualmente con sedación leve, ya que puede llegar a sentirse como una prueba muy molesta.
En algunas consultas de atención primaria los médicos de cabecera pueden realizar una anoscopia, introduciendo un pequeño cilindro con visión, que permite examinar unos 7-10 cms del recto y sireve para diagnosticar con certeza aquellas lesiones de esa zona que hayan podido pasar desapercibidas al tacto rectal (por ej. hemorroides internas).

En caso de que el problemas finalmente sean unas hemorroides, una serie de consejos pueden ayudarnos a mejorarlas, y que por tanto, no sangren con frecuencia:
  • Mantener una buena higiene anal y evitar rascar o frotar las hemorroides para ayudar a prevenir las infecciones.
  • Corregir el estreñimiento añadiendo fibra a la dieta: frutas, verduras, pan integral, líquidos abundantes. Además beber unos dos litros de agua al día.
  • Evitar comidas muy sazonadas y el consumo de alcohol excesivo.
  • Evitar esfuerzos al defecar: reducir el tiempo de defecación. Habituarse a realizar este acto todos los días a la misma hora, para generar un reflejo (por ej. después de desayunar o de comer), no permanecer largo tiempo intentando defecar, si siente ganas de defecar, no reprimirlas y esperar a después…
  • Utilizar papel higiénico suave que nos las irrite (hay toallitas comerciales especiales), o limpieza anal mediante baño con agua tibia.
  • Aplicar hielo o compresas frías en la fase aguda del trastorno. El frío hará disminuir la hinchazón.
    Darse luego baños tibios, alternando con frescos en la zona dos o tres veces al día. Esta secuencia frío – calor es una forma de aliviar temporalmente el dolor por hemorroides externas.
  • En cuanto al ejercicio, es bueno realizarlo, no intensamente pero si continuo (caminar todos los días al menos 30 mn.), ya que mejora el estreñimiento.

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Lcda. en Enfermería. Msc.Gerencia de Salud Pública. Diplomatura en: Docencia, Metodología e Investigación, Nefrología y Salud Ocupacional. Actualmente Bacherlor y Master en Ciencias Gerenciales.