La actitud del médico ante sus pacientes debe rebasar el mero aspecto científico-técnico y alcanzar un abordaje bio-psico social. En esta línea surgen los esfuerzos para medir la dimensión de calidad de vida, como un instrumento para comprender mejor las necesidades y expectativas de los pacientes. Este esfuerzo adquiere mayor sentido al afrontar enfermedades crónicas, como es el caso de la hipertensión arterial, con impacto sobre la calidad de vida de los pacientes. La edad y el sexo son los condicionantes sociodemográficos con mayor peso en la calidad de vida de los pacientes hipertensos. Las variables clinicas relacionadas con la hipertensión arterial y la atención sanitaria tienen escasa influencia en la calidad de vida de los los hipertensos. La concurrencia de otros factores mayores de riesgo cardiovascular no afecta de forma importante la calidad de vida de los pacientes hipertensos. Bajo los supuestos del estudio, el tratamiento antihipertensivo con los diversos grupos farmacológicos no muestra diferencias en términos de calidad de vida. El ejercicio físico es la medida terapéutica que en mayor proporción mejora la calidad de vida de los pacientes hipertensos
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